Hoy usamos más concreto que acero, madera, plástico y aluminio combinados. Como el material artificial más popular en la Tierra, es la segunda sustancia más consumida después del agua; sin embargo, los impactos ambientales del concreto a menudo se pasan por alto. Siga leyendo para comprender por qué las emisiones de hormigón son tan problemáticas y qué están haciendo los científicos para mitigarlas.
¿Qué es el concreto?
El hormigón se ha utilizado ampliamente como material de construcción durante siglos, desde el Coliseo de Roma, que utiliza arena volcánica como adhesivo, hasta casas residenciales y gigantescos rascacielos que utilizan cemento Portland como componente clave del hormigón moderno.
El hormigón no es tanto un material específico sino una clase de materiales. Es la combinación de arena, grava u otro material de relleno con un adhesivo, generalmente cemento u otro agente aglutinante. Luego se puede reforzar con vigas de acero o malla para proporcionar resistencia a la tracción y flexibilidad, lo que da como resultado una estructura robusta y duradera.
¿Por qué es tan popular?
El concreto es el material de construcción más utilizado en el mundo, y no es difícil ver por qué. El hormigón es duradero, de bajo mantenimiento y resistente al fuego y al agua. Puede proteger a las personas del viento y la lluvia, y puede resistir condiciones climáticas aún más extremas, que podemos ver aumentando dramáticamente a medida que el clima continúa cambiando.
Construir edificios de hormigón no es tan barato como la madera o el acero, sin embargo, la gran resistencia y durabilidad del hormigón permite que esta variación se nivele con el tiempo. El concreto también tiene la flexibilidad de ser vertido en losas o moldes como un líquido, reforzado con acero y luego curado para fraguar en un material sólido como una roca.
Huella de carbono del hormigón
La fabricación de hormigón es responsable de aproximadamente el 8 % del COXNUMX global2 emisiones, una marcada diferencia con el 2.8% de la industria de la aviación, y su impacto ambiental se extiende mucho más allá.
Esta huella de emisión proviene principalmente de la producción de cemento Portland, el principal adhesivo del hormigón. El cemento está hecho de piedra caliza extraída (carbonato de calcio) calentada a casi 1500 grados centígrados, que produce escoria (óxido de calcio, una forma de cal) y CO2. Este clinker se muele y se mezcla con agua y yeso para crear cemento.
El impacto ambiental del concreto se puede ampliar aún más que simplemente el CO2 emisiones Uno de esos problemas es el efecto isla de calor. Este es el fenómeno en el que los espacios urbanos son significativamente más cálidos que las áreas circundantes debido a que el concreto y el asfalto tienen una capacidad calorífica mucho mayor y una reflectividad menor que la vegetación. Esto ha empeorado los efectos del cambio climático en las ciudades.
Además, el concepto de “icebergs” de hormigón muestra cuán arraigado está el hormigón en nuestro paisaje urbano y suburbano. Las construcciones duraderas de hormigón han cambiado la forma en que interactuamos con la naturaleza. Las represas, que durarán décadas o siglos, se construyen para controlar ríos y lagos y pueden impedir que los sistemas ecológicos prosperen. Las infraestructuras urbanas, como los centros comerciales, los rascacielos y los aparcamientos de varios niveles, producen enormes cantidades de dióxido de carbono en el proceso de construcción y almacenan carbono de una manera inmutable que es difícil de deconstruir y aún más difícil de eliminar de manera efectiva.
Algunas soluciones concretas
Se pueden realizar cambios tanto en la forma en que se produce el hormigón como en la forma en que interactuamos con él en la construcción de espacios urbanos. Como punto de partida, el uso de las últimas tecnologías puede optimizar el proceso de fabricación para minimizar el desperdicio de energía y reactivos. Ser crítico y específico sobre la cantidad de concreto requerido en un proyecto y usar menos cuando sea posible también es muy efectivo. Sin embargo, cambiar los procesos de décadas de antigüedad por alternativas más sostenibles también podría resultar útil donde el hormigón sigue siendo la mejor opción.
Investigadores de la Universidad de Colorado pueden haber encontrado una manera de neutralizar la producción de carbono de la producción de concreto con piedra caliza de origen biológico. Algunas especies de microalgas pueden crear carbonato de calcio como producto de la fotosíntesis, que absorbe dióxido de carbono en el proceso. Luego, esto se puede moler como se haría con la piedra caliza y calentarse para hacer clinker para cemento. Sin embargo, esto puede ser aún más efectivo si la propia producción de clinker reduce su CO2 producción. Los combustibles alternativos como el hidrógeno o los biocombustibles pueden reducir el impacto directo de la quema de combustibles fósiles.
Además, los ingenieros de Cambridge han ideado un método que reutiliza el hormigón viejo que, de lo contrario, iría al vertedero. Los ingenieros descubrieron que el cemento usado es químicamente muy similar al fundente de cal que se usa en las plantas de reciclaje de acero. El proceso utiliza cemento viejo en lugar de fundente de cal que, después de reciclar el acero, forma una escoria casi idéntica al clínker. Esto se puede usar para hacer cemento nuevo una y otra vez. El agregado también se puede reutilizar a partir de hormigón viejo, lo que permite un desperdicio significativamente menor de rocas y arena, y un menor impacto ambiental si el proceso de reciclaje funciona con energía renovable.
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